miércoles, 20 de febrero de 2013

Scars.

Nos guste o no, todo en esta vida nos deja huella.
Personas, momentos, miradas, sonrisas, palabras, canciones, películas, poemas, frases, imágenes...

El problema es cuando esa huella es tan profunda que se pueden ver claramente las pisadas de ese recuerdo en nosotros, e incluso después de mucho tiempo la cicatriz sigue ahí para recordarnos cada pequeño detalle que no nos deja olvidar la moraleja de nuestra particular aventura desafortunada.

Que la cicatriz nos acompañe y que esas sensaciones vuelvan aunque duelan, porque aunque la mayoría de las veces no les hagamos caso, están ahí para advertirnos de que no debemos volver allí.

Yo, a pesar de mis millones de huellitas particulares, casi siempre vuelvo sobre ellas y no hago caso a sus advertencias. Pero me llegó el momento en que como ya no cabían más advertencias, las huellitas nuevas empezaron a crecer encima de algunas cicatrice, abriendo así las viejas heridas y creando las nuevas.
Y si antes dolía, no hay forma de explicar como duele ahora.