martes, 17 de septiembre de 2013

Pitingo.

Quizás lo peor que me ha tocado sentir, desde que tengo uso de razón y de sentimientos, es ser consciente de que esa persona que tanto amas, te hace más daño que feliz.
Pero estoy hablando de amor verdadero. No estoy hablando del novio de turno, ni de amores no correspondidos. Me refiero a ese amor que sientes desde antes de saber que tienes la capacidad de sentir; desde antes de ser consciente de que existes, de que eres alguien, de que formas parte del mundo, de una familia, de un amor.
Ese amor que pase lo que pase, seas como seas, vivas donde vivas, ames a quien ames, estés lejos o estés cerca, es totalmente incondicional. Porque siempre ha estado ahí, desde el primer día, te acompañó en cada paso del camino y lo sigue haciendo, aunque sea de una forma que ya no está llena de amor, como cuando supo que ibas a llegar, como cuando te vio por primera vez, como cuando le hiciste la persona más feliz del mundo.
Solía idolatrarlo. Lo veía tan guapo. Con esos ojos azules llenos de fuerza y con esas manos tan grandes que me hacían sentir que nunca me dejaría caer, que siempre estaría protegida si estaba a su lado.
El me miraba con orgullo, lo recuerdo feliz a mi lado. Me impulsaba a seguir mis sueños y fue la primera persona que me hizo sentir que podía ser lo que quisiera ser siempre que luchara y no me rindiera.
Me enseñó a andar en bici y a no creer que es verdad todo lo que leo o me dicen.
Me enseñó que la vida puede ser una real caca, pero que siempre hay que levantarse y seguir.

Y así fue pasando el tiempo... sus manos grandes dejaron de darme protección, sus ojos azules se fueron apagando y yo ya no podía ser tan soñadora y mucho menos podía ser quien quisiera ser. Y cuando la bici dejó de servirme, jamás me regaló otra para poder seguir pedaleando y aprendiendo.

Ya no hay nadie a quien idolatrar. Tenemos nuestros días que lo miro a los ojos y aún me aferro al recuerdo de su mirada orgullosa y lo mucho que creía en mi. Pero pronto las cosas se desvanecen ta y como se desvaneció mi lealtad y mi ejemplo a seguir.

Es lo más difícil que me ha tocado aceptar. Que este amor incondicional, siempre me hará daño, hasta que ya no pueda sentir más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario